Muchas veces uso este ejemplo para ilustrar que la diferencia está más en las formas que en la acción en sí misma:
Dale un empujón a una persona e inmediatamente vuélvete y pide perdón con sinceridad, explicando que ha sido sin querer, que qué tonto, cómo puede haber pasado, etc.
Prueba ahora a dar otro empujón exactamente igual a otra persona e inmediatamente vuélvete y llámale idiota.
En ambos casos la acción es la misma, pero los resultados completamente distintos. En el segundo caso no es extraño que la persona se revuelva y se te enfrente ( y no es para menos).
Por eso, si tienes que empujar a alguien, al menos hazlo con la mayor humildad y tacto posibles. Si le insultas al mismo tiempo, mejor que no sea más fuerte que tú.
Por cierto, vaya artículo de filosofía oriental barata me acaba de salir ….. bueno, pues que no es de Confucio, pero el ejemplo siempre me ha gustado …..
La verdad es que no es filosofía barata, acabas de poner un ejemplo de vida real. Mas de uno se habrá quedado pensando en todas las putadas que le han hecho a lo largo de su vida y dudando si han sido intencionadas o no, y es que hay gente que eso de disculparse sabe hacerlo muy bien… Quien no haya dado nunca «un empujón» a mala leche, que tire la primera piedra.